Loading

Esperanza

   

 

E-mail: fersct96@hotmail.com

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos (Efesios 5:15-16).

¿Qué es una parábola?

La parábola es una historia que usa situaciones de la vida real para enseñar grandes verdades.

Jesús las uso a menudo para enseñar sobre el reino de Dios a sus seguidores.

 

Existen tantas cosas de las que se podría prescindir para vivir... tantas! Me sobra todo, pero me faltaría todo, si Tú no estuvieras aquí, conmigo. Siempre. Hasta cuando mis manos no pueden tocarte, siento que estás tan cerca...

 

   ... Y me pregunto qué he hecho para recibir un premio así, cuando pensaba que moriría sin conocer a Alguien como Tú. Alguien que consigue que ser especial ya no sea suficiente; Alguien que transforma el silencio en palabras; Alguien que nunca me ha dicho: “Si me necesitas...”, porque, simplemente, siempre estuvo, ha estado y estará ahí, aun cuando ni siquiera yo era consciente de ello.

 

   ¿Sabes? A veces me cuesta hablar contigo, y es que... me conoces tan bien... Me desnudas con la mirada, y yo me siento tan poca cosa, tan insignificante que, por un momento, me querría morir de la vergüenza, porque apenas si puedo levantar mi vista del suelo. Sí, y es entonces cuando busco, con mi imaginación, un lugar en el que esconderme, aunque sé que, haga lo que haga, será imposible.

 

   Segundos antes de cerrar mis párpados, miro a través de los cristales de la ventana; los abro y dejo que la brisa nocturna me acaricie, con rabia, la cara. Disfruto de ese instante, mientras un precioso cielo y una luna rodeada de estrellas presencian el espectáculo que Tú y yo, continuamente lejos, pero cerca, contemplamos juntos. Y te doy las gracias por ayudarme a ver el mundo a través de unos ojos que no son los míos (unos ojos imperfectos, que no ven bien); por hacer que lo normal no exista y hacer que lo complicado se torne sencillo; porque has hecho uno de mis sueños realidad: tener una estrella con mi propio nombre,... Gracias por darme la seguridad de que esa luz no se apagará jamás, porque Tú la mantendrás viva.

 

   No sé quién dijo que “cuando algo es de verdad dura siempre y, cuando no, sólo pasa a ser el fragmento de un pasado que queda en el olvido”. Muchos se han quedado atrás, mientras yo era consciente de una realidad que no podría cambiar aunque quisiera. Esto me duele tanto... quizá, más que un amor no correspondido o un “por qué” no contestado. El daño más profundo que guardaba mi corazón es el de haber escuchado a unos labios pronunciar un “te quiero” que no sienten. Pero todo eso es lo que borras Tú: la desesperanza, la inquietud, el sin sentido, la traición,... y ya nada existe, porque cuando nos conocimos, me diste un mapa que contenía un “tesoro escondido”, y no tuve que pasar horas descifrándolo o rebuscando; ni siquiera ése tesoro generó ambición en mi e, incluso, me di cuenta que todos me tomaban por loco cuando les decía que querría compartirlo con el mundo entero. No, yo solo era consciente que ése tesoro ya era mío desde el primer momento en el que lo vi y lo acepté como si siempre lo hubiera tenido en mis manos. Ya podía guardarlo, porque se había instalado dentro de mi propio corazón.

 

   Nadie podrá decir que tiene un amigo si no te conoce, porque Tú, a excepción de todo y de todos, no sólo estás conmigo, sino con todo el que te llama por Tu nombre...

 

   ... Y cierro los ojos, porque sé que, aunque quizá mañana no se abran, Tú seguirás estando ahí para abrirlos en un lugar que, aunque ahora no quepa en mi imaginación, es y será perfecto.

 

   No, ya lo sé. Es imposible que yo pudiera haber hecho nada para merecerte, porque cuando creí que no sucedería, llegaste y, en un momento, me hiciste comprender que no podría ser nada sin Ti.

 

   Has cambiado el valor de pronunciar tan solo una palabra. No en mi boca, sí en mi mente.

 

   Sí, escrita en mi corazón.